El Hada permanecía en silencio,sin inmutarse pues estaba escuchando a su mente,
ésta le contaba que ella era la dueña y señora,
de ese cuerpo que por un tiempo ocupaba.
El Hada dejó que la mente hablara y hablara,
y cuando ésta se cansó de presumir,
el Hada le explicó, que ella no era dueña y señora de nadie,
que seguro su corazón también querría decir algunas palabras.
El corazón que había sentido el despotismo de la mente,
le dijo con muy buenas palabras:
Todo aquello que el cuerpo lleva,es necesario,mente,
pues si yo no bombeara y limpiara la sangre que hasta ti llega,
seguro que hace tiempo estarías dormida.
La mente orgullosa debatió cada una de las palabras,
que el corazón decía,y éste ya cansado,
decidió terminar ese asalto.
Digamos, que acepto que tú sobre el cuerpo mandas,
pero lo que no me podrás rebatir,
es que en ti manda y ordena el Alma.
FANTASIA
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