Sentaita en un árbol, me daban a mi de comer,
y si no había qué comer,
cuentos iban y venían.
De eso me acuerdo yo,
y no hay nada que reprochar,
bastante mal lo pasaba,
quien me tenía que alimentar.
Pues llorar , lloraba de noche,
cuando ya ella se pensaba,
que dormidita yo estaba.
y no tendría ese temple,
como tuvo esa mujer.
y, es precisamente eso,
lo que no se debe hacer.
FANTASIA
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