los quince años que los separaban
se volvieron invisibles a los ojos de un Hada,que muriendo de Amor por su Gnomo,moriría enamorada.
Pues jamás se le ocurrió al Hada
mirar a otro Gnomo que no fuese
a ese que llevaba el mar en sus ojos,
la sonrisa de un niño en sus labios y,
la ilusión dentro de un corazón que muy lejos de ser mayor,
saltaba de pasión cada vez que tomaba al Hada entre sus brazos.
Y el Hada que escribe y cuenta
que conoce bien ese Amor
jura y perjura que aunque el destino
hubiese querido cambian sus caminos,
no habría tenido valor.
Pues un Amor como el que he descrito,
tiene el permiso del Creador,
para parar al destino.
teresa